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Entrevista a Rigoberto Meza

Después de haber renunciado a su trabajo en la constructora y haberlo perdido todo con su primer negocio, Rigoberto se levantó para crear Rigo Limpio, pyme que se dedica a crear y vender detergentes y útiles de aseo. Hoy nos cuenta cómo su emprendimiento sustentable, solidario y económico le permitió alcanzar lo que más anhelaba, estar con su familia. 

Hobby: El fútbol es mi pasión 

Lugar preferido para trabajar: El local, en la casa hay muchas distracciones

Emprendimiento que admires: Tayú

“Provengo de una familia de esfuerzo como la mayoría de los chilenos, mi mamá vende productos en la feria y mi papá es albañil, ellos siempre trabajaron de forma independiente, por eso yo digo que saqué las cualidades de los dos, vendedor y constructor”. 

Rigoberto pasó toda su infancia y adolescencia junto a sus padres en Curacaví hasta que emprendió rumbo a Valparaíso para estudiar la carrera de Ingeniería en Construcción. Luego de titularse consiguió trabajo en una edificación en altura donde se fue abriendo paso hasta quedar a cargo dentro de las obras. Junto con los beneficios de su nuevo puesto, también estaban los viajes y los largos días lejos de casa y de su familia. 

—Me empezaron a enviar a regiones, La Serena, Copiapó, Talca, Chillán y otras más que no recuerdo. Yo siempre he sido de ambiente familiar, de estar vinculado con mis amigos, mis papás, mi señora que en ese momento era mi polola. Me gustan los asados, jugar fútbol. Pero una vez que fui alcanzando éxito en la empresa ya no podía estar en Curacaví o en Santiago. 

Trabajaba de lunes a sábado, ese día me devolvía de donde estaba a mi casa y los domingos ya tenía que viajar al trabajo para llegar el lunes. No alcanzaba a estar un día, no tenía tiempo para nada. Me empecé a sentir más triste, reía menos, ya no era feliz. 

Le pregunté a algunos amigos, les dije “saben qué, voy a renunciar” y todos me respondieron que no lo hiciera, que era una persona de éxito, hijo de una familia emergente que había alcanzado un buen puesto en la empresa. Pero creo que cada uno tiene que hacer su definición personal de éxito. Para mi, no era tener un cargo privilegiado y ganar harta plata, sino, tener más relación con mi familia, así que dejé todo y partí desde cero —Relata Rigoberto. 

Luego de su paso por la constructora, en 2012 comenzó su primer emprendimiento como contratista de obras menores. Las cosas comenzaban a ir bien hasta que la empresa principal para la que brindaba servicios quebró. 

—Yo tenía 70 personas contratadas, tuve que pagar finiquito, tuve que cortar todo y debido a eso seis personas me denunciaron por despido injustificado. Fui a juicio y me tocó pagar harta plata, vendí un camión y un departamento. Al final salí, pero me quedé sin ni uno.

En ese momento, Rigoberto tocó fondo, sin embargo su positividad le ayudó a levantarse y pensar que desde allí, todo era cuesta arriba. Comenzó una búsqueda para encontrar una nueva oportunidad. A pesar de que no sabía a qué dedicarse, tenía una cosa clara, no quería volver al punto de partida y estar lejos de sus seres amados. 

—¿De dónde nace la idea de vender detergentes?

—Por mi mamá, un día estuve un Curacaví y fui a la feria porque siempre la ayudaba a atender el puesto. Me di cuenta que vendía unos detergentes alternativos, que no eran de marca común.

Le pregunté dónde los compraba, cómo eran, dónde los hacían y vi que se vendían hartos. Fui buscando información hasta que dije “podría hacer una fábrica de detergentes” desde cero porque no sabía nada —relata. 

Rigoberto se aventuró en un rubro desconocido, empezó a indagar en internet, averiguar cursos y buscar información. Hasta que se comunicó con una señora que le enseñó el proceso de fabricación. 

—Nos quedamos de juntar tal día y hora para que me enseñara. Cuando fui yo pensé que iba a llegar a una fábrica, un taller o algo, pero era su casa. Dije “¿aquí será?”. Entré por el living, la cocina y atrás tenía un cuarto pequeño donde hacía los detergentes, me dio un listado de proveedores, dónde compraba las materias primas, las fragancias, los envases, todo, el negocio armado. 

Luego de algún tiempo, junto a su familia se mudó a Colina donde tuvo la oportunidad de arrendar un local que le permitía atender a los clientes y poder fabricar los productos de limpieza en la parte de atrás. De allí en adelante todo empezó a mejorar. 

—Hacía limpia pisos, lavaloza, detergentes de distintos tipos y calidades, empecé a jugar con la fórmula y las materias primas, hasta que llegué a un detergente que a la gente le gustó, empezaron a comprarnos, a masificarse y después llegaban revendedores y comerciantes.

—¿Cuáles son los pilares de Rigo Limpio?

En las bases del emprendimiento existen tres pilares fundamentales: Sustentable, económico y solidario. 

Rigoberto cuenta que el primer punto nació a partir de una dificultad en su proceso de producción. A la pyme le comenzó a ir tan bien que no tenían stock suficiente en el local, el problema principal era la capacidad para comprar envases porque necesitaban un camión para transportarlos y una alta inversión para adquirirlos. 

—Venían muchos comerciantes y nos decían “cuántos detergentes les quedan, los quiero todos”, nosotros felices pero los clientes que compraban uno o dos se enojaron porque nunca teníamos para vender. 

Un día llegó una señora que empezó a retar a la niña que atiende y dijo “oiga su detergente es bueno pero nunca tienen para vender ¿por qué no fabrican más?” yo le respondí “el problema no es eso, tengo estanques llenos pero no tenemos envases”. La clienta dijo “chuta, pero yo le he comprado detergente y tengo como 10 bidones, voy a traerlos, los rellenan y me venden igual” —Cuenta Rigoberto con risa. 

De allí nació la idea de comenzar a vender a granel, las personas iban al local con sus propios recipientes y se les hacía una rebaja. Este sistema comenzó a funcionar y de a poco fue apareciendo nueva clientela. Para el 2016 Rigoberto construyó el primer eco dispensador manual que permitía tener tres tanques con diferentes productos. 

—Pasando el tiempo fuimos aplicando tecnología y llegó a lo que hoy tenemos que son dispensadores automatizados, que se manejan desde una aplicación de celular, tienen cámaras de seguridad, están bien completos. 

Hasta el momento Rigo Limpio tiene siete distribuidores que utilizan su dispensador que ayudan a disminuir la contaminación y a reducir el costo en el cliente final. 

Además, cuenta que de a poco se empezaron a dar cuenta que hay ciertos químicos dañinos para el medio ambiente y para el mismo ser humano. Por eso comenzaron a utilizar materias primas que fueran biodegradables, creando una formulación ecológica. 

—Nosotros tenemos siete tipos de detergentes de distintas calidades. Incluso regalamos semillas con los productos para que la gente haga la prueba y vea que sí cumple, que van a florecer las plantas si se riegan con el agua de la lavadora. 

Rigoberto también tiene una gran conciencia social, cuenta que dentro de su modelo de negocios, la solidaridad es protagonista, desde hace varios años su emprendimiento hace un gran aporte a la comunidad de Colina. 

—Nosotros donamos detergentes desde el 2016 a todas las personas de tercera edad, a los jubilados de acá. Pensamos en ellos porque son a los que más les cuesta, quienes no consiguen trabajo si quieren seguir. Por eso les decimos que lleven su botella, la recargamos y es gratis. 

A nosotros nos empezó a ir bien con eso porque la gente nos tomó cariño, a parte cobramos un precio justo por el producto. 

—¿En qué está Rigo Limpio en este momento?

—Hoy día tenemos siete dispensadores, los he ido armando y desarmando una y otra vez. Partí desde cero, la carpintería, atornillando y todo. Ahora tengo más personas que me ayudan. 

Estamos afinando nuestro modelo de negocios para instalar las máquinas, primero en la Región Metropolitana, en zonas rurales como Colina, Curacaví, Melipilla y después irnos a regiones. Tenemos más de 200 clientes que las quieren, lo que se viene a futuro es la venta a granel. 

Nuestros dispensadores tienen 4 productos, en Colina, las boquillas son para donación, destinadas a la gente de tercera edad. Quiero replicar lo mismo en otros lugares donde haya un dosificador. Pero me ha costado hacerlo fluir porque el comerciante quiere venderlo, no regalarlo, entonces ahí hay que hacer una especie de acuerdo o contrato para especificar que cierta parte está destinada a los jubilados —Comenta Rigoberto.

—Cómo divides el tiempo entre el emprendimiento y tu vida personal

—Al principio era súper difícil porque estaba todo el día metido con estas máquinas, hasta las una, dos, tres de la mañana armando y desarmando. Estaba mucho tiempo fuera pero siempre tratando de acomodarme con mi familia, nunca he dejado de estar con ellos, con mis amigos.

Siempre he tenido su apoyo, desde que estaba en el suelo. Me dijeron intenta de nuevo, mi mamá, mi papá, mi señora, mis suegros e hijos. Eso es lo que no me ha hecho abandonar, sino, habría vuelto a trabajar en la construcción. 

—¿Cómo te gustaría ver a Rigo Limpio en los próximos años?

—Me gustaría llegar a todos los hogares de Chile con nuestro modelo de negocios económico, solidario y sustentable. Ir de vacaciones a Puerto Natales, comprar una bebida en un negocio y ver los productos de Rigo Limpio, ahí yo creo que sentiría el orgullo máximo. 

Ya son 6 años que llevamos en el mercado y de a poco nos vamos haciendo más conocidos y pienso que con esto de las máquinas, si las lanzamos y tenemos un plan de marketing, más el tema de ser solidarios, económicos y sustentables, nos verán en todo Chile a través de nuestros distribuidores.

—Para Rigoberto ¿Cuál ha sido el mayor desafío en todo este camino?

—El autocontrol, me refiero a que cuando uno trabaja de forma dependiente, uno sabe que tiene que entrar a cierta hora, tener cierto avance y al otro día lo mismo y así. En cambio cuando eres independiente no hay nadie ahí, entonces en vez de levantarte a las siete dices “¿qué pasa si me levanto a las ocho?”, si vas a hacer algo piensas “¿y si lo hago después?”. Siendo tu jefe tienes varias pérdidas de avance porque uno se relaja, se suelta y es difícil volver a tener la disciplina.

—¿Qué le dirías a alguien que está emprendiendo?

—Lo principal es la definición de éxito personal, cuando estaba en la construcción todos pensaban que yo era una persona afortunada por tener un puesto privilegiado, ganar plata y tener a cargo a personas. Pero yo no era feliz, cada vez me iba apagando más por no estar con mi familia, con mi señora, mis hijos, mis papás. 

Es importante empezar a hacer cosas que te gustan, no por obligación. Obviamente es difícil porque prevalece el ganar dinero, mantener a la familia, uno no sabe la realidad de cada persona, pero dentro de lo que se puede, ir preparándose solo. 

En el trabajo empezaba a leer libros de automotivación, de gente que triunfó, cómo lo hizo, todo lo que pasó y de a poco empecé a soltar hasta que dije ya, me lanzo solo. Lamentablemente la primera vez me fue mal pero ahora espero hacerlo bien y no equivocarme.

Entrevista publicada en Asech Chile