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Entrevista a Daniela Bustos

Mientras estaba haciendo su tesis, Daniela vio una oportunidad de negocio. A sus 21 años decidió aventurarse en el camino del emprendimiento y crear lo que hoy se conoce como Dabú, una tienda especializada en alimentos saludables con más de 200 productos propios de la marca.

Hobbies: Pintar con acuarelas, andar en bicicleta y la fotografía

Lugar preferido para trabajar: Mi oficina

Emprendimiento que admires: Green Glass

El 2016, en la ciudad de Cauquenes, Daniela se encontraba haciendo su tesis sobre los antecedentes técnicos del maqui en Chile. En ese entonces se trataba de un fruto silvestre conocido en la zona, sin embargo, no se estaba comercializando dentro del país. 

—Me di cuenta que el maqui tiene una cantidad de beneficios enormes, muchos más que otros alimentos incluyendo el arándano. Ahí vi una oportunidad de mercado, con todo ese estudio que hice me di cuenta que el fruto tenía potencial y en mi región habían grandes cantidades. 

Daniela comenzó a pensar en todos los pasos que debía seguir para crear su negocio. A través de su práctica profesional en el Instituto de Desarrollo Agropecuario logró conectar con una red de agricultores y recolectores que la ayudarían a recoger el maqui para procesarlo y comenzar a venderlo. Sin embargo, en ese entonces no tenía los medios para aterrizar su idea. 

—Todo eso estaba en mi mente porque no tenía ni un solo peso. Postulé a un fondo Capital Semilla de Sercotec. Tenía 21 años, imagínate. Yo sabía que el proyecto era potente, hice mi tesis sobre eso entonces había una gran investigación detrás, pero tenía súper poca fe de que me pescaran por la edad. 

Me adjudiqué el proyecto, pero resulta que pedían un aporte para comenzar, en ese entonces necesitaba un millón doscientos aproximadamente. Yo no tenía nada, decía “cómo lo hago, de dónde saco esa plata” no tenía trabajo, tampoco me daban créditos y estaba recién titulada, tenía cero posibilidades —relata Daniela. 

Para juntar el capital, comenzó a procesar el fruto de forma artesanal y a venderlo por Cauquenes. Pero pronto se dió cuenta que las personas de la zona no estaban interesadas porque ya lo conocían y lo podían adquirir fácilmente en los alrededores. 

—Se me ocurrió deshidratarlo y hacerlo polvo para ir a vender a Santiago. Llegué a comercializar en modo ambulante. Me paré fuera del Apumanque y estuve allí como tres meses, fue súper sacrificado. 

Daniela viajaba 5 horas desde Cauquenes a Santiago y luego de vuelta a procesar más mercadería, agotada, sin poder comer bien ni descansar. 

—De repente lloraba y me abrumaba, me preguntaba por qué estoy haciendo esto, pero después me focalicé en lo positivo que iba a lograr. Los malos momentos están, existen y es importante que las personas los sepan porque son parte de la vida. No por el miedo a fracasar no lo vas a intentar porque te vas a quedar con las ganas. 

Ahora me da mucha risa pero tengo fotos con la cara demacrada. Físicamente me cansé mucho, de verdad me pregunto “cómo resistí” —comenta con una sonrisa. 

Luego de esos tres meses, Daniela logró juntar el monto inicial. Como el maqui tuvo una buena recepción en la capital, se dio cuenta que su idea estaba bien encaminada. A pesar de que su plan inicial era crear una sala de procesos para exportar el maqui, salió la oportunidad de arrendar un local en pleno centro de Cauquenes. 

—Ahí todo se fue transformando porque la gente empezó a pedir más productos asociados a la alimentación saludable, no solo el maqui. Me di cuenta que en la zona no había una tienda especializada en esa área y la gente quería consumir cosas sanas, es ahí donde se abre el paso al Dabú actual, donde contamos con más de mil productos. 

¿Cuál fue tu motivación para emprender? 

—Me crié en un entorno emprendedor y creo que eso me influenció. El tema es que ellos lo hicieron porque se vieron en la necesidad de tener un trabajo. Antiguamente era así, la gente emprendía porque no tenía estudios. Mi mamá alcanzó 5to básico y mi papá no tuvo estudios, pero gracias a Dios ellos salieron adelante, él es un mueblista súper reconocido y ella hace artesanías preciosas, entonces crecí viendo cómo se desarrollaban. 

Yo siempre fui una mente voladora, siento que logro ver oportunidades donde otros no, y en la vida veo un montón. Siento que eso le falta a la gente, no solo en los negocios, sino en general. De repente nos enfocamos en las cosas malas y dejamos pasar lo positivo. 

Yo no emprendí por necesidad como en el caso de mis papás. Al tener mi carrera universitaria podría haber trabajado en lo que estudié, pero mi principal motivación siempre fue dar trabajo y lograr desarrollarme, cumplir mi anhelo de poder crear, inspirar y alcanzar mi propio sueño —comenta Daniela

¿Cómo divides tu tiempo entre el emprendimiento y tu vida personal? 

—Es un poco difícil pero llevadero. Yo planifiqué ser mamá y antes de quedar embarazada, tenía a Dabú funcionando sin que me necesitaran al 100%. Delegué gran parte de las responsabilidades de ventas, procesos, administración y marketing. 

Siempre he aspirado a mucho más, no solo tengo en mi mente a Dabú, también quiero tener otro tipo de negocios. A los 5 años logré que funcionara casi sin mi, solo hago pagos de sueldo y de proveedores porque es algo que no se puede delegar. Puedo decir que mi vida personal aborda un 80% de mi tiempo y el otro 20% lo tiene la empresa.

Como Daniela ¿Cuál fue el mayor desafío al emprender? 

—El mayor desafío lo viví cuando me atreví. Comenté con mi familia la idea de ir a vender a Santiago y me dijeron “estás loca, cómo se te ocurre”. Yo estaba recién titulada y no tenía la necesidad de hacerlo, mi mamá me dijo “Dani, emprender es lo más difícil que hay, mírame a mí, todo lo que he sacrificado para poder tener mi negocio”. 

En ese momento no tenía las palabras para explicarle que ese sacrificio es parte de la vida y que uno tiene la capacidad de verlo como tal o como autodesarrollo. Finalmente con cada fracaso que tú vas adquiriendo, vas creciendo como persona. 

Mi momento más difícil fue ese, dar el pie, decir ¿sabes qué mamá?, ¿sabes qué papá?, voy a ir igual, porque quiero hacerlo. 

¿Cómo te gustaría ver a Dabú en un futuro?

—Con franquicias, no me imagino siendo dueña de todos los Dabú. Actualmente la marca está posicionada en la región, pero para lograr mi objetivo necesito tener dos tiendas propias. 

Por ahora estoy en mi proyecto personal de ser madre, por eso pretendo esperar hasta dos años más para abrir otra sucursal. Me lo imagino como algo grande, creo que la etapa más difícil ya pasó, pienso que Dabú ya se posicionó, si se logró mantener meses sin mí, creo que puede seguir avanzando así. 

¿Qué le dirías a alguien que está pensando en emprender?

—Le diría que se atreva porque va a ser el mejor reto de su vida. Descubrirá todas las capacidades que tiene en su interior, la resiliencia, valentía, entusiasmo y el optimismo. Siento que Dabú me ha ayudado a ver eso y más. Gracias al emprendimiento también estoy relajada con mi hija, disfrutando verla crecer, lamentablemente no todos tienen esa posibilidad, eso lo veo como un privilegio después de mucho trabajo y esfuerzo.

Entrevista publicada en Asech Chile