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Entrevista a Cristina Castellón

Cristina Castellón es la persona detrás del emprendimiento Carnero de Metal. Hace aproximadamente dos años, durante plena pandemia e incertidumbre decidió perseguir su vocación: el arte, y hacer lo que estuviera a su alcance para acercarlo a todas las personas que estuviesen dispuestas a escucharla. Sin darle muchas vueltas, tomó sus materiales, su celular y comenzó a transmitir por Instagram su primera clase gratuita de acuarelas, dando inicio a su pyme que hoy cuenta con un e-commerce y una comunidad de más de 56 mil personas en redes sociales.

Hobbies: Leer y aprender a tocar el piano

Lugar favorito para trabajar: En un café 

Emprendedores que admires: Su esposo Pablo, Tadashi Takaoka y Diego Emprendedor

ristina, siempre ha pensado que el arte es una herramienta poderosa y de autoconocimiento, sin embargo, siente que es percibido como algo muy elitista y a lo que pocos tienen acceso. Por ello, se propuso cambiar esto y llevar el arte a esas personas que quizás jamás han ido a un museo o tomado un pincel. 

En el 2020, Cristina se encontraba cesante y sentía una profunda tristeza producto de la incertidumbre y angustia que provocaba la pandemia.Tuvo que pausar sus planes académicos y comenzó a cuestionarse su vocación y misión. A pesar de haber estudiado lo que más amaba, nunca tuvo la oportunidad de desarrollarse como artista. 

En medio de esa oscuridad entendió que necesitaba un cambio en su vida y que era momento de intentar perseguir su vocación de ser artista con todas sus fuerzas. 

—En ese momento yo vivía con Pablo, mi pololo, que ahora es mi esposo. El sí es emprendedor y me empezó a meter el bicho, me dijo “Mira, date cuenta del contexto que estamos viviendo, todo se pausó y hay mucha incertidumbre ¿por qué no te tomas este tiempo y mejor te dedicas a hacer algo que realmente te guste?

Entonces ahí dije, a lo mejor puede resultar, pero yo no tenía idea de qué y tampoco cómo hacerlo. Nunca había emprendido, mi primera formación fue de artista visual y después hice un magíster en filosofía, claramente ninguna de esas dos carreras te enseñan sobre emprendimiento, administración, finanzas o autogestión— Comenta Cristina. 

El 6 de agosto del 2020 realizó su primera clase gratuita de acuarela mediante Instagram, sin esperarlo, asistieron 300 personas que estaban interesadas en el tema. Desde ahí, Cristina fue desarrollando este espacio que tiene como principal objetivo democratizar el arte, entregando conocimientos de forma didáctica y cercana. Hoy Carnero de Metal ofrece clases gratuitas de acuarela semanales, clases privadas por zoom, un e-commerce con productos de arte especializados, libros para colorear creador por la misma fundadora e incluso un peluche de carnero como parte del merchandising de la tienda. 

—Dije, voy a usar las redes sociales para llevar el arte a la gente y veamos qué resulta. Fue algo súper ingenuo, en el sentido de que yo no tenía idea que hubiese tanta gente interesada en aprender cosas relacionadas a lo artístico. Después esto fue mutando, si bien seguimos con las clases gratis hasta el día de hoy,  fuimos explorando nuevas técnicas, abriendo otras secciones dedicadas a la cultura, reflexión y estética, nos enfocamos un poco más en la teoría e historia. Las personas realmente se entretenían y yo la gozaba porque es algo que me gusta, durante este proceso fui descubriendo que otras personas también tenían un interés genuino en el arte. 

¿Cuál fue tu motivación para emprender?

—Fue más una necesidad que una motivación a priori, porque esto fue en plena pandemia, yo estaba sin trabajo y mis planes se habían pausado bastante, en ese momento estaba terminando mi magíster y tenía planeado hacer un doctorado pero me empecé a dar cuenta que con la crisis sanitaria a lo mejor no iba a poder lograr. 

La motivación surgió de la necesidad de poder hacer algo, yo sentía que había tenido la fortuna de haber estudiado dos carreras porque me gustaban, no tuve la necesidad de escoger algo que yo supiese que iba a encontrar un trabajo seguro. No sé si eso fue bueno o malo, simplemente es un hecho, tuve el apoyo de mis papás tanto económico como moral para seguir mi vocación y elegir dos carreras súper artísticas con nulo campo laboral.

Entonces cuando salí dije “¿habrá sido la mejor decisión haber tomado este camino?” pero al final lo fue, eso me permitió emprender en un negocio que nunca me va a aburrir porque más allá de ser algo que manejo muy bien, el tema está en constante mutación, creciendo y transformándose en cosas nuevas. 

Es inagotable, una vez que nos metimos en el mundo del emprendimiento, comencé a ver casos y me daba cuenta que muchos de esos negocios fracasaban porque no había una pasión de por medio, vendían alguna cosa o producto que aburría rápidamente. Creo que en mi caso fue bueno haber tenido algo que me apasionara y desde ese punto entender que todo el trabajo y sacrificio iba a valer mucho la pena. 

¿Has cumplido tu misión de democratizar el arte?

—La misión de democratizar el arte es lo único que se ha mantenido inamovible en este proyecto porque eso está en mí mucho antes de que existiera Carnero de Metal. Cuando entré a estudiar arte en el 2011 rápidamente me empecé a dar cuenta que las cosas que sucedían dentro de la escuela eran muy elitistas, antes lo intuía pero ahí lo presencié. Había mucho contacto, eso se repetía mucho y era muy frustrante porque para alguien que no tenía ni apellido ni redes se volvía muy difícil, además el ambiente es muy machista a pesar de que son más mujeres que hombres las que estudian esa carrera. 

Le pregunté a mi profesor ¿por qué es tan hermético? ¿por qué hacemos arte para otros artistas? Cuando uno iba a las exposiciones te dabas cuenta que siempre estaban las mismas personas, el público general nunca llegaba a esos lugares, con suerte iban al museo de bellas artes un fin de semana como panorama cultural del año. Pensaba, de qué sirve hacer arte a nosotros mismos, si ya sabemos del tema, la idea es que alguien más tenga la oportunidad de conectar con la emocionalidad y la propuesta que hay detrás, eso fue una cosa que me molestó mucho y con la que durante toda mi carrera peleé.

La apoteosis de este proceso ha sido, por ejemplo, que en enero realizamos una charla TEDx en la Universidad Adolfo Ibáñez llamada “El poder del caos” donde también tocamos el tema de la democratización, también hemos ido a colegios y universidades para hablar del tema y generar una reflexión entorno a qué es el arte y qué significa ser artista. 

Preguntándole a mis alumnas, ellas me han dado a entender que sí he logrado expandir el mensaje, algunos comentarios que se repiten son “gracias a esto hoy me siento más empoderada”, “siento que lo que hago tiene valor, porque experimente sensaciones, viví un proceso y me ayudó para canalizar ciertas cosas”. Muchas de estas personas han vivido a través de la práctica artística una especie de salvavidas de salud mental debido a lo catastrófico que han sido los últimos años. 

Para Cristina ¿cuál ha sido el mayo desafío? 

—Voy a ser súper sincera, el mayor desafío para mí ha sido poder congeniar mi parte artística y creativa con lo que significa ser emprendedora, manejar una empresa y llevar un orden. Insisto, si no hubiese estado Pablo conmigo, no sé cuánto más nos hubiésemos demorado. 

Es realmente fascinante como las mentes son tan distintas, ser artista a veces significa ser muy caótico en la parte creativa, para otros los procesos pueden ser desordenados, extraños y sin horarios aparentes. En mi caso me faltaba la otra parte más estructurada, de pensar, planificar y de sentarme a ver cosas que ni me interesaban, gustaban o entendía, como todo ese tema de las finanzas y cosas tributarias ya más bien técnicas y necesarias para el negocio. 

De hecho, al principio cuando constituimos la empresa y empezamos con el emprendimiento, yo tuve una mini crisis, porque no podía entender lo difícil que era. Además a los emprendedores se les ponen muchas trabas, me llegaba a preguntar ¿cómo la gente emprende? Afortunadamente Pablo tenía experiencia y ha sido un gran mentor, ha tenido mucha paciencia con mis procesos porque estas crisis son cíclicas, ya que cada vez nos enfrentamos a cosas más grandes y desconocidas. 

Ese ha sido mi mayor desafío, el poder sumergirme en una mentalidad y en un lenguaje nutritivo y prolífico para poder emprender y entregar el mejor servicio a aquellas personas que confían en tu proyecto. 

¿Cómo divides tu tiempo entre tu emprendimiento y tu vida personal? 

—También voy a ser sincera, no hay una visión muy establecida la verdad, o sea lo he intentado mucho, pero no me ha ido muy bien. Aún sigo luchando para decir “esta es mi rutina”, “a esta hora voy al gimnasio”, pero la verdad es que la mayoría de las veces eso no pasa porque uno parte el día pensando que va a ir de cierta manera y de repente aparecen muchos incendios o temas que cambian todo el panorama. 

En la empresa, tanto Pablo como yo trabajamos mucho, a veces hasta 16 horas diarias. No es que no tengamos vida, pero esta está permeada por nuestro magno proyecto. En mi caso trato de ver a mis amigas una vez a la semana o cada dos, pero siempre estoy en contacto con ellas porque son mi cable a tierra. 

Casi todo es trabajo, espero que haya un punto donde no sea así porque es esclavizante, sobre todo trabajar desde la casa porque no existe esa separación, por lo menos física, donde uno diga “oh, se acabó mi jornada”.

A veces envidio un poco a la gente que tiene estos horarios laborales muy marcados. Nosotros trabajamos todo el día y además a las ocho de la noche yo comienzo mis clases de pintura que son hasta las diez y media, once de la noche, y también trabajo sábados y domingos. Mi horario es de lunes a lunes y entremedio de eso aparecen actividades más sociales, pero si soy sincera, tampoco me complica porque esto es mi vida, mi pasión y lo que realmente me gusta. 

¿Cómo te gustaría ver a Carnero de Metal en un futuro? 

—Mi deseo genuino para Carnero de Metal en un mediano a corto plazo es que nos convirtamos en un referente de empoderamiento femenino. Antes de partir con el emprendimiento, mi único objetivo era la democratización del arte, pero en la medida que fuimos creciendo nos dimos cuenta que el grueso de nuestro público son mujeres y está bien que sea así porque curiosamente la escena artística histórica, es decir cuando uno dice cuáles son los artistas más famosos de la historia, siempre aparecen nombres de hombres, e incluso algunos que robaron trabajos de mujeres, entonces pienso que estamos muy al debe con esta conversación histórica que incluye el arte. 

A medida que fue pasando el tiempo, me percaté que existía esta necesidad y también esta presencia femenina súper fuerte. En ese momento, dije a lo mejor, tengo que tomar esto y potenciar a todas las mujeres que están a mi lado, tratando de encontrarse, empoderarse y proyectarse en sus obras. 

A mí me gustaría que Carnero de Metal tomase una línea abiertamente más femenina, empoderando mujeres artistas porque siento que es lo que nos falta. Creo que cumplí bien durante estos años mi misión de democratizar el arte y por eso ahora me gustaría tomar este otro proyecto, para abrir un camino a todas las mujeres que se están convirtiendo en artistas formalmente y darles un espacio para que ellas también se luzcan, muestren su arte, conecten y puedan vivir de sus creaciones. 

¿Qué le dirías a alguien que está pensando en emprender? 

—Emprender para mí fue poder agarrar la libertad que yo tanto quería, desde que estaba en el colegio sabía que no quería un trabajo convencional, a pesar de que a veces envidio los horarios laborales. Quería un trabajo creativo y creo que emprender lo es, se necesita una mente hábil para poder subsanar todos los obstáculos que puedan aparecer. 

Mi primer consejo sería que busquen algo que realmente les llene o apasione para que todos las dificultades que aparezcan no sean motivo de deserción. Si yo hubiese emprendido en cualquier otra cosa, lo hubiera dejado porque hay muchos problemas, frustraciones, las cosas no salen como uno quiere y requiere mucho trabajo. Pero cuando te esfuerzas por algo que uno realmente cree, todo eso pasa a segundo plano y la satisfacción que uno siente cuando algo sale bien es mayor. 

En segundo lugar, busquen asesoría o conformen una sociedad con personas que tengan las habilidades que uno carece, hay que ser autocrítico para saber dónde terminan nuestros conocimientos o capacidades y así encontrar a alguien que los apoye, porque sino es súper difícil, no me imagino cómo sería emprender absolutamente solo. 

En mi caso tenía a Pablo, necesitaba una persona que supiese de administración, finanzas, de modelos de negocios y de todo ese lenguaje que no desconocía. No digo que hubiese sido imposible sin él, pero sí 20 veces más complicado.

Me ha pasado que muy a regañadientes, Pablo me ha metido en lo que es postulación a proyectos, donde también me preguntaba ¿por qué es tan difícil? Yo sufría y caía en un espiral porque no entendía nada, pero después de la quinta o sexta postulación ya se está más preparada emocionalmente para enfrentar eso, pero realmente es un mundo. 

En mi caso, cuestiono mucho la educación artística acá en Chile porque en la escuela de Bellas Artes no tuvimos un curso ni de lo más básico como, cómo colocarle precio a tu obra, nadie nos enseñó, mucho menos se nos habló de autogestión o emprendimiento. 

Entrevista publicada en Asech Chile